Las escuelas parroquiales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires son instituciones muy diversas, pero que tienen algo en común: llevar el mensaje del evangelio a su comunidad y brindar a las familias una oferta de educación de calidad. Las 68 escuelas están representadas en el Consejo de Escuelas Parroquiales, un organismo que se ocupa de relevar sus inquietudes, necesidades para articularlas con las acciones impulsadas desde la Vicaría Pastoral de Educación.

El objetivo del Consejo es articular las iniciativas e inquietudes entre los apoderados y representantes legales, directores generales y párrocos para profundizar el espíritu de comunión, y generar o mejorar herramientas que simplifiquen la tarea común. Hoy está coordinado por el Pbro. Rubén Ceraci, quien nos ofrece su mirada sobre la función del Consejo y sobre la situación actual de las escuelas parroquiales en esta nota.

¿Cuál es el rol del Consejo de Escuelas Parroquiales? 

– El Consejo de Escuelas Parroquiales tiene la función de ser un organismo de nexo entre el Consejo de la Vicaría Pastoral de Educación con las escuelas de las parroquias de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Mi función, y la del equipo que conforma el Consejo, es conocer cuáles son las realidades de las escuelas parroquiales para llevarla al consejo directivo, y también trabajar en ese espacio, para que las iniciativas impulsadas desde la Vicaría Pastoral de Educación puedan llegar correctamente a las escuelas. Las escuelas esperan que la Vicaría, por un lado, escuche las necesidades y las realidades de las escuelas y responda ante éstas, pero también que brinde espacios para unificar esfuerzos. Uniéndonos, las cosas son más fáciles. 

¿Qué necesidades particulares tienen los parroquiales? 

– Las escuelas parroquiales pertenecen a la misma entidad, el Arzobispado de Buenos Aires. Razón por la cual la primera necesidad que surge es tener acciones comunes que nos permitan unificar esfuerzos, compartir experiencias que enriquezcan el trabajo de cada uno de los apoderados y representantes legales, y ayudarnos a resolver las necesidades particulares de nuestras escuelas. Como tienen una matriz territorial por estar ligadas a una parroquia hay una fuerte interrelación entre lo que pasa en el barrio, la parroquia y la escuela. Si bien esto genera una gran diversidad de realidades, nos une un espíritu común. Es importante que haya una interconexión entre las escuelas parroquiales, desde lo administrativo, lo pedagógico y lo pastoral. Es por eso que se necesitan espacios de coordinación para la integración de tareas, de actividades y de diálogo.

¿Cómo se trabaja habitualmente en el Consejo? 

– Antes de que llegara la pandemia, además del diálogo y la comunicación habitual por mail o grupos de whatsapp, tratábamos de que hubiera 4 reuniones por año. En este marco, se revisaba en conjunto cuáles serían los temas para trabajar, luego, antes de las reuniones, enviamos material a los representantes y apoderados legales de cada escuela. Cada uno traía sus opiniones y lecturas sobre el tema y cada problemática a abordar, para finalizar planteando cuáles eran los consensos que nos permitían tomar decisiones en conjunto. Los apoderados y representantes legales son quienes se ocupan de identificar temas para trabajar en el Consejo, o de informar en cada una de las escuelas cuáles fueron las decisiones que se hayan tomado en estas instancias de encuentro. 

¿Cuáles son los desafíos que enfrentan los apoderados y representantes legales que están a cargo de las escuelas parroquiales? 

– Muchas veces el cargo de apoderado o representante legal es ocupado por los mismos curas que están a cargo de las parroquias, y no siempre cuentan con formación en gestión de instituciones educativas. Por esa razón, este año decidimos realizar un curso para que quienes se iniciaban en este cargo pudieran contar con herramientas que les permitieran identificar normativas, establecer criterios pedagógicos de sus escuelas, promover el espíritu pastoral desde la propuesta educativa, entre otros temas que hacen a sus funciones. En una primera instancia esa formación estaba dirigida a sacerdotes que se iniciaban en la tarea educativa, pero después se amplió para que llegue a todos los apoderados o representantes laicos que se incorporan a la tarea. 

¿Cómo vivieron la llegada de la pandemia en las escuelas parroquiales? 

– Este año fue muy intenso en relación con dos dimensiones de nuestras escuelas. La pedagógica fue la primera. Principalmente, porque demandó una reorganización de los contenidos, de entornos de trabajo, que nos invitó a trabajar juntos para enriquecernos de lo que cada uno iba aprendiendo a usar herramientas virtuales y otras propuestas para garantizar la continuidad pedagógica. Otro aspecto fue lo administrativo, que suele estar muy atado a una actividad presencial. Por ejemplo: liquidación y pago de salarios, cobros, créditos, solicitudes de subsidios, entre otros. 

¿Cómo se preparan para el regreso a las escuelas? 

– En una reunión con representantes y apoderados legales, se presentaron protocolos para el regreso a las escuelas con la intención de acordar criterios para garantizar la bioseguridad. No obstante, el regreso a las escuelas estará definido por las decisiones políticas. Lo que nosotros estamos viendo desde el Consejo es que hay mucha diversidad. Por un lado, hay muchos directivos y docentes que consideran que es necesario volver lo antes posible porque notan el agotamiento que generó el formato virtual, tanto en docentes como en alumnos. Pero también hay grandes temores en relación con los desafíos que presenta el regreso a las escuelas. Las instituciones nos estamos preparando, pero también estamos pendientes del clima de nuestras escuelas. Tenemos mucha diversidad en este tema y tratamos de acompañar cada una de las realidades.