Las iglesias y y colegios católicos se ven afectados por la falta de pago de cuotas producto de la reducción de ingreso en las familias
Un total de 255 colegios católicos de la ciudad de Buenos Aires, donde estudian aproximadamente 188.000 chicos, sufren las consecuencias económicas surgidas por la pandemia. El incremento de la morosidad, la baja de matrícula y la imposibilidad de entrar en la ATP pone en riesgo su sostenibilidad.
“La cuarentena lo que hizo es complejizar la situación de las familias que van a nuestros colegios, es la misma situación que vivimos cada uno de nosotros en los bolsillos. Nosotros, ante la convocatoria del gobierno Nacional a hacer la cuarentena, dejamos de cobrar en algunos casos servicios que se brindaban en forma extraordinaria, como los talleres. En algunos colegios, los costos laborales se los mantienen porque hay que pensar en el regreso después de la pandemia”, dijo a La Prensa José Luis González, director Administrativo Legal de la Vicaría Pastoral de educación de la ciudad de Buenos Aires.
La entidad religiosa recientemente elaboró un informe sobre la situación de los 187 colegios católicos de la ciudad más los 68 del arzobispado, en particular, a partir del impacto que provocó en el sector la pandemia del Covid-19. Allí estudian aproximadamente 188.000 alumnos. En el texto se evidencia un incremento de la morosidad y baja de matrícula, con una tendencia de entre el 7% por mes.
Respecto a la posibilidad de conseguir alguna ayuda del Estado Nacional, González destacó que “La primera ayuda que tuvimos, que nos sirvió mucho, en marzo fue la postergación de las cargas sociales. Con los ATP no hemos tenido todavía muchas respuestas y muy pocos colegios pudieron acceder a ese beneficio porque aún está en análisis su concreción. Entiendo que más allá que todo el mundo necesita ayuda, acá creo que hay una preocupación estatal por el sector, pero lamentablemente está llevando demasiado tiempo en su análisis. Las escuelas y la gente vinculada a la educación necesitan respuestas más inmediatas”.
Otro punto a destacar es la reacción de las familias ante esta compleja situación y como ha impactado la falta de recursos económicos para seguir pagando una cuota. “Los padres expresan su angustia. Hemos tenido algún caso puntual de reclamo con la cuota que debería bajar por no haber clases presenciales. Por lo general, la escuela está abierta a la escucha y se han acompañado las necesidades, se han diferido pagos y se han aumentado las becas. Después veremos cómo arreglamos la situación porque sabemos que va a ser muy difícil recuperar esa morosidad, pero nuestro deber es estar con las familias. Claro que también les hacemos entender que también hay necesidades en los establecimientos porque hay tres bolsillos que tienen que estar en equilibrio: el de la familia, del docente y del colegio. Si se desequilibra alguno, la ecuación no cierra y se descompone. Pero insisto que las familias acompañan a pesar de esta difícil situación que nos toca atravesar a todos”, enfatizó González.
CONTENCION
Actualmente, el Arzobispado tiene 68 colegios distribuidos en toda la ciudad a los que asisten 42.000 menores. A esto se les suman los 187 colegios católicos, con miles de alumnos más, vinculados con el Arzobispado que son instituciones educativas con distintas características ya que “tenés escuelas en villas, muchas son del arzobispado y son totalmente gratuitas. Es decir, no tiene otro costo más allá que el personal docente y algunos servicios. En la escuela los significativos son los costos laborales”.
Una de las principales funciones que han destacado la enseñanza en los colegios católicos es la contención que se realiza a los alumnos y a sus familias. Este gran esfuerzo del plantel educativo persiste aún en cuarentena y muchas veces no cuentan con todos los recursos requeridos para desarrollar, en optimas condiciones, la enseñanza del currículo escolar.
“Nuestros docentes se han puestos el tema en el hombro con las distintas características que atraviesa cada lugar. Hay colegios que tenían algunos balbuceos en términos de experiencias con plataformas educativas, que eran complementos a lo que se venía haciendo, y ahora los usan como único medio. Pero hay otras instituciones que tienen que ingeniarse para dar clases. Es el caso dentro de las villas en que la conexión es a través de un celular y donde son entregados algunos cuadernillos cuando se distribuyen los bolsones de comida. Es importante mantener la garantía del proceso educativo, pero en ese momento también es muy importante la contención social y espiritual que están haciendo las escuelas sobre las familias”, resaltó el director Administrativo Legal de la Vicaría Pastoral porteña.
VUELTA AL COLEGIO
Ante la frágil situación en que se encuentran los colegios católicos, el regreso a las clases causa mayor incertidumbre sobre cómo serán los parámetros que se exigirán para poder reabrir las aulas. Tanto funcionarios estatales como miembros de la Iglesia vienen trabajando incansablemente para que esto suceda sin generar mayores contratiempos
“Recibimos algún borrador al cual le hemos dado algunas sugerencias. Entendemos que hay normas sanitarias que todos vamos a tener que cumplir, y si bien las tienen que fijar los especialistas, entendemos que después habrá un margen para cada colegio deba manejar su implementación. Porque cada escuela estatal es distinta a otra y lo mismo pasa con los colegios católicos. Vamos a tener que hacer un estudio de cada colegio y comunidad con sus propias características. Estamos tratando de armar un equipo de estudio para acompañar a todos los colegios”. afirmó el director Administrativo Legal de la Vicaría Pastoral de educación en la Ciudad de Buenos Aires.
Así, cuando esto suceda el esfuerzo realizado en cada institución será altamente valorada. “Cada familia va a valorar el esfuerzo que hicieron los colegios y sus docentes durante este período de tiempo. Cada docente que está en su puesto de trabajo, al pie del cañón, no dejándolos sin apoyo o contención. Ya nos pasó en el 2001 que tuvimos una experiencia que también nos planteó este desafío de mantenernos a pesar de las dificultades. Así que nosotros siempre trabajamos en la esperanza de que esto se solucione de la mejor forma. Evidentemente estos son tiempos difíciles, con mucha desesperación y angustia, pero tenemos que transitarlo y ponernos al servicio de la gente. Creo que la que va a valorar más este esfuerzo es la comunidad”, concluyó José Luis González.
José Luis González, director Administrativo Legal de la Vicaría Pastoral de educación de la ciudad de Buenos Aires.
La Prensa
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