Todos los 7 de agosto, miles de personas hacen su vigilia para visitar el templo de San Cayetano. Acampan en las inmediaciones para poder visitar al santo y pedir por pan y trabajo. Esta forma de religiosidad popular no sólo es una forma de piedad, sino que también es una prolongación de la liturgia, una expresión de fe que nos acerca a Jesús.

Cada año, cientos de estudiantes acompañan con su servicio a los peregrinos. Con su escucha, una taza caliente, alimentos o tomando sus intenciones, adolescentes y jóvenes son parte de este tiempo de encuentro con Dios a través del Santo tan importante para tantas personas. Este año, la pandemia no ha permitido que este encuentro se lleve a cabo como es habitual, pero en la virtualidad y la distancia, encontramos modos de seguir estando cerca.

El pasado 7 de agosto, antes de la misa, alumnos de diferentes colegios religiosos de la Ciudad de Buenos Aires, participaron de una videoconferencia. Guiados por Francisco del Campo, miembro de la dirección pastoral de la Vicaría de Educación, y en compañía de sus docentes y representantes legales, compartieron un espacio de oración y reflexión que les permitió acercarse a la vida y obra de San Cayetano.

Allí conocieron que nació un 1 de octubre de 1480, en Vicenza, Italia, y murió un 7 de agosto de 1547 en Nápoles, donde están enterrados sus restos; que fue ordenado como sacerdote a los 35 años; que estudió Derecho; y que fundó la orden de los Teatinos, cuya misión era renovar el espíritu y la misión de los sacerdotes. Por esa razón, todos los 7 de agosto, también rezamos por nuestros sacerdotes. Los estudiantes también conocieron algunas de sus ideas. Por ejemplo, cuando él afirma que lo primero que hay que hacer para reformar a la Iglesia es reformarse a uno mismo.

Luego de esta trivia, Florencia Giménez y Franco Vargas, dos jóvenes que coordinan los grupos misioneros de universitarios y secundarios, se sumaron para contar su experiencia de peregrinar hacia San Cayetano.
Franco, coordinador del grupo misionero de la parroquia de San Cayetano del grupo de universitarios, ingresó a la parroquia por medio de la confirmación. Al principio, no conocía mucho del Santo, sino que lo fue conociendo cuando cada 7 de agosto, tomaba las intenciones de los peregrinos que se acercaban al templo.

“De ese modo, pude conocer más acerca del por qué la gente se acerca a San Cayetano. Es importante que ahí estemos como servidores, para que el otro se sienta acogido por nosotros como comunidad”, señaló.

Por su parte, Florencia, coordinadora del grupo misionero de secundarios, contó que lo que más le sorprende de cada 7 de agosto es que se vive un espíritu de fraternidad. “La gente se acerca, charlamos, compartimos algo caliente y comida. Este año estamos tratando de vivirlo de la manera más alegre posible”, agregó.

Para cerrar el encuentro, Francisco del Campo afirmó que San Cayetano sigue vivo en el corazón y el ejemplo de todos los que lo seguimos.