El aislamiento social, preventivo y obligatorio que nos toca vivir en la actualidad nos invita a reflexionar sobre la misión Pastoral de la Iglesia y de nuestros colegios. Desde la Vicaría Pastoral de Educación buscamos promover el acompañamiento y el trabajo en red entre las diferentes comunidades escolares en relación con temas de pastoral, esclareciendo, sobre todo, el rol del directivo y del docente, así como la tarea de los catequistas y coordinadores pastorales de las escuelas católicas.

Por esa razón, hoy más que nunca debemos animar actividades a través de las cuales los miembros de las comunidades educativas de la Arquidiócesis hagan experiencia de ser Iglesia, como casa y escuela de comunión. Además, es fundamental seguir generando las condiciones adecuadas para afianzar una clara identidad en las escuelas caracterizada por tres palabras-claves: encuentro, comunión, misión.

El Pbro. Gastón Lorenzo, Director Pastoral de la Vicaría Pastoral de Educación, nos invita reflexionar acerca de los desafíos que imponen estos tiempos. 

¿Cuáles cree que son los principales desafíos de la tarea pastoral en la actualidad?

La nota distintiva de la pastoral educativa es crear un ambiente de la comunidad escolar animado por el espíritu evangélico de libertad y caridad, ayudando a que todos los miembros de la escuela desarrollen su personalidad según la nueva identidad recibida en el Bautismo: hijos de Dios comprometidos en la construcción de la cultura según el mensaje de salvación. En este sentido, el desafío principal que se presenta en estos momentos es buscar nuevas formas, métodos e instrumentos a fin de orientar personalmente a cada uno. Es cierto que es un momento donde la comunicación virtual ofrece muchas oportunidades. No obstante, a fin de afianzar nuestra propia identidad, debemos estar atentos a cada uno personalmente. No todos están viviendo esta cuarentena del mismo modo; cada alumno, cada familia, cada docente o empleado es un mundo distinto. Luego, para continuar con ese espíritu familiar y evangélico tan característico de nuestras comunidades educativas, el gran reto es desarrollar más aún la pedagogía del acompañamiento personalizado.

Asimismo, el contexto favorece la búsqueda para responder a aquellas preguntas vitales que el hombre siempre se ha hecho. ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? La vulnerabilidad en la que se encuentra la humanidad entera sin distinción de ricos y pobres, de sociedades desarrolladas o subdesarrolladas, nos lleva a indagar acerca de nuestro destino y, en ese sentido, a cuestionar nuestro modo de vivir. Por cierto, el anuncio de Cristo es una Buena Noticia: “En Él vivimos, nos movemos y existimos” (Hech. 17, 28).

El modo de vincularnos ha cambiado mucho con el alcance de las tecnologías digitales. ¿Se han producido modificaciones en el modo de entender el encuentro, la comunión y la misión de las escuelas?

Sin duda, hay profundas modificaciones. Los mismos docentes encuentran sus límites, aunque también descubren nuevas posibilidades. Por un lado, hay un reacomodamiento de la vida dentro de los propios hogares: los horarios, las tareas domésticas, los espacios en la propia casa, la carencia de recursos tecnológicos para cada miembro de la familia. Todo exige una pronta adaptación. Y esto que decimos para los docentes también se aplica para los alumnos. Ellos, además, encuentran la dificultad para organizar adecuadamente los modos y tiempos para la correcta asimilación que requieren las exigencias académicas en un nuevo formato poco desarrollado hasta este momento. Todo esto genera variados estados de ánimo, a los cuales hay que añadir la comprensible preocupación por la salud y la urgencia económica. 

De todos modos, después del primer cimbronazo, la comunidad educativa va descubriendo caminos creativos de encuentro y comunión que favorecen la promoción humana y la evangelización. De hecho, el aislamiento obligatorio y preventivo puede ayudar a descubrir momentos de silencio que, antes que un vacío estéril, pueden ser ocasión de encuentros más profundos con Aquél Huésped que nos habita: el Espíritu Santo. Ese Espíritu de amor que es la comunión misma entre el Padre y el Hijo y que, al mismo tiempo, es vínculo de comunión entre los hombres. Por tanto, aún con la carencia de encuentros presenciales y sacramentales, podemos hallar espacios y momentos de intimidad con Dios que nos ayuden a revalorizar la comunión fraterna. Es decir, el aislamiento por prevención sanitaria no necesariamente debiera conducir al ensimismamiento sino a una vida de comunión y amor.  

En este contexto particular, caracterizado por el aislamiento y la distancia, ¿cómo acompaña la Vicaría a los directivos, docentes, catequistas y coordinadores pastorales para que continúen con su tarea pastoral?

El acompañamiento a las comunidades no se ha interrumpido. Al contrario. Las necesidades que surgieron a raíz de esta nueva situación han generado una mayor cercanía, sobretodo, para resolver las cuestiones más urgentes. La plataforma “aulas en comunión” es una respuesta a esta inquietud.

En lo que atañe a lo específicamente religioso, la semana santa fue un tiempo privilegiado para acrecentar la fe en familia. La vicaría facilitó la información de las distintas parroquias que hicieron llegar las celebraciones litúrgicas de modo virtual. Estas celebraciones colaboraron a fortalecer la comunión con las comunidades parroquiales.

Más allá de la Pascua, el Consejo de Pastoral educativa de la Vicaría mantiene un contacto directo con los catequistas, surgido el año pasado a raíz del sínodo que se está realizando en la Arquidiócesis de Buenos Aires. A fin de continuar con los encuentros formativos, se realizó vía zoom la presentación de propuestas tendientes a renovar la didáctica de la catequesis del nivel medio. Propuestas elaboradas por miembros de nuestras comunidades, que complementan los trabajos realizados anteriormente para el nivel inicial y primario. La convocatoria manifestó, una vez más, la necesidad de trabajo en comunión para llevar adelante la tarea evangelizadora en la escuela.

Desde el año 2015 se ofrece en nuestro país para el cono Sur el Diplomado en Pastoral Educativa que organiza el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) a través del Centro Bíblico Teológico Pastoral para América Latina y el Caribe (CEBITEPAL). Una capacitación que la Vicaría de Educación del Arzobispado de Buenos Aires lleva adelante junto con la Universidad de San Isidro (USI) y la Junta Regional de Educación Católica del Obispado de San Isidro. La situación inédita originada por la pandemia del COVID-19 nos llevó a repensar esta propuesta, debido a que la misma estaba programada con una semana presencial obligatoria en el mes de mayo. Es por ese motivo que la edición de este año del Diplomado es totalmente a distancia, dejando abierta la posibilidad para la segunda parte del año de organizar una semana presencial no obligatoria para aquellos que puedan participar, que tendrá el objetivo de realizar un repaso general de los contenidos y trabajar en el cierre del trabajo final. Esta propuesta es una buena oportunidad para fortalecer la formación en aquello que le da sentido a nuestra tarea que es nada más y nada menos que buscar los mejores medios para hacer presente el evangelio en nuestros proyectos educativos.

¿Qué rol tienen los jóvenes hoy para continuar la tarea de caminar juntos en la experiencia de la vida cristiana de su comunidad y promover los valores de la Iglesia?

El joven es apóstol del joven. Luego, el rol del joven es protagónico. De aquí que el camino para un anuncio renovado, entusiasta y actual del Evangelio supone que cada joven se encuentre personalmente con Cristo y así transmita a sus pares lo que ha visto y oído. En este tiempo los jóvenes son agentes evangelizadores calificados ya que el lenguaje de las nuevas tecnologías no les resulta extraño y, por esto mismo, pueden hablar a los otros jóvenes con el mismo lenguaje.

A partir de esto surgen algunas preguntas ineludibles para renovar la pastoral juvenil en nuestras escuelas: ¿Cuál sería el programa más adecuado para que en algún momento tengan una experiencia de un Dios que es amor?  ¿De qué manera el rostro de Cristo salvador revelado en la vida sacramental puede ser el signo más precioso de un amigo capaz de llegar hasta el extremo en su amor misericordioso?  ¿Es posible soñar en una propuesta donde se descubra que Cristo vive y que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva? 

Todas estas inquietudes demandan una preparación especial. Para esto el Consejo de Pastoral de la Vicaría se propone, por un lado, promover el acompañamiento y el trabajo en red entre las diferentes comunidades escolares en relación con temas de pastoral, esclareciendo, sobre todo, el rol del directivo y del docente, así como la tarea de los catequistas y coordinadores pastorales de las escuelas católicas. Por otra parte, animar actividades a través de las cuales los miembros de las comunidades educativas de la Arquidiócesis hagan experiencia de ser Iglesia, como casa y escuela de comunión. El desafío de este tiempo consiste en recrear estos objetivos de manera que, aún de modo virtual, la vida entera de la escuela se oriente a evangelizar educando y educar evangelizando.