El origen verdadero de la felicidad de los pueblos es la educación de sus hijos. (Belgrano)

 

Queridas comunidades Educativas de la Ciudad de Buenos Aires:

Queremos hoy comunicarnos con Ustedes, en los comienzos de un nuevo año escolar.
Sin dudas, el 2020 ha sido un año muy complejo, plagado de dolor, temores e incertidumbres para toda la humanidad. Desde nuestras escuelas, durante ese tiempo, se siguió trabajando con firmeza y dedicación para acompañar de la mejor manera posible a los niños y adolescentes, los “preferidos” de Jesús. En el seno de las mismas, se han vivido cuantiosas situaciones de entrega, servicio, dedicación profesionalismo y entusiasmo. Por esto queremos dar gracias a todos y cada uno de los actores (docentes, no docentes, familias, chicos) que con su esfuerzo han hecho que podamos llegar hasta aquí.

Hoy estamos ante un nuevo e inmenso desafío. Sabemos que los chicos, los maestros, las familias “necesitamos del regreso a la presencialidad en la escuela”, ese espacio físico de encuentro en donde se producen tantos “milagros” de aprendizaje, de socialización de crecimiento integral personal y comunitario.

Ha sido mucho lo que se ha aprendido pero también mucho lo que se ha perdido, de modo más profundo aún en aquellos que viven situaciones menos favorecidas, y que fueron más fuertemente golpeados por esta pandemia, al tener menos recursos para afrontarla. Hay demasiado por recuperar y por construir.

“Hoy estamos esperanzados. Retornamos a la presencialidad que los chicos necesitan en la escuela, porque lo que dentro de ella acontece es esencial para sus vidas.”

No será sencillo. Debemos cuidar prioritariamente todas las pautas sanitarias. Por eso animamos a todos: gobernantes, educadores, familias, chicos, a poner lo mejor de cada uno para hacerlo posible en forma siempre cuidada y progresiva conforme las diversas condiciones que cada comunidad educativa vaya considerando. Queremos comprometernos a recorrer este camino extremando las medidas y precauciones, cada uno desde el lugar que le toca, ya sea arbitrando medios, proporcionando recursos, estableciendo estrategias, velando porque se cumplan las pautas, cuidando a los que lo necesitan y a sí mismos en el cumplimento de cada rol.

Como dijo el Papa Francisco hace ya casi un año, “todos estamos en una misma barca” y el Señor con nosotros.

La tarea será ardua, pero estamos a la altura para afrontarla con responsabilidad, entrega, flexibilidad y confianza.

Ponemos bajo el amparo de María, Nuestra Buena Madre, a todas las comunidades educativas de nuestra querida Ciudad, para que Ella las proteja con su infinita ternura en esta misión.

Pbro. Pablo Corbillon
Delegado Episcopal de la Vicaria Pastoral de Educación