Cerramos el año celebrando juntos la Eucaristía en la Parroquia Nuestra Señora de las Nieves.

Con la presencia de más de 220 directivos de las escuelas del Arzobispado, compartimos la misa en acción de gracias presidida por Monseñor Jorge García Cuerva.

 

 

 

 

 

 

 

 

Bajo el lema “Con Jesús renace la Esperanza” y próximos al Año Santo “Peregrinos de Esperanza”, que se inicia este 24 de diciembre en Roma, los directivos se reunieron para recordar, reconocer, agradecer y celebrar. Recordar el camino recorrido, reconocer a quienes se jubilaron este año, agradecer la tarea compartida y celebrar ser comunidad en la Vicaría Episcopal de Educación.

Educar es un acto de esperanza, es abrir la puerta a soñar con construir la gran “aldea de la educación”, como nos invita el Papa Francisco en el Pacto Educativo Global.

Mons. Jorge García Cuerva, acompañado por los Obispos Auxiliares y Sacerdotes, sostuvo que la Esperanza es un antídoto para no ser vencidos de antemano por la incertidumbre y el catastrofismo, citando a un filósofo contemporáneo. Y haciendo referencia a José, protagonista del Evangelio de San Lucas, animó a todos a ser educadores y directivos soñadores, hombres y mujeres de Esperanza, pero con los pies en la tierra. Y aclaró que soñar no es divagar ni vivir en el mundo de las ideas como tampoco lo es quedarse dormido y estancado, aferrados al “carrerismo” sino seguir soñando y no dejarse ganar ni por el ilusionismo ni por el quietismo.

 

 

 

 

 

 

Y señaló la importancia de despertarse a la alegría, para poder soñar con esperanza. Una vez más, citando a otro filósofo y ex presidente de la República Checa, compartió que “la esperanza no es la convicción de que las cosas saldrán bien sino la certidumbre de que algo tiene sentido sin importar el resultado final” recordando que es necesario apostar por una educación con sentido y de calidad en nuestra realidad de la Argentina del 2024.

Para cerrar su homilía citó uno de los últimos puntos de la última encíclica Dilexit Nos del Papa Francisco, agradeciendo la convicción de que vale la pena entregar la vida en la misión educativa.

 

 

 

 

 

 

 

Durante la celebración, se entregó un recordatorio a quienes se jubilaron este año de su tarea, pero no de la vida, en palabras del Arzobispo. Y una especial bendición de envío a los directivos nóveles que comenzaron el camino de la gestión recientemente.

 

 

 

 

 

 

Finalmente, y preparándonos para el inicio del Año Jubilar, cada uno de los presentes escogió un “ticket de salida” con frases que los animarán a abrir las puertas de sus comunidades educativas y ser verdaderos Peregrinos de Esperanza.

Luego de la Eucaristía, se compartió un pequeño ágape en el cual prevaleció un clima de encuentro fraterno celebrando ser comunidad de comunidades en la Vicaría Episcopal de Educación.