Escribir sobre el día del Maestro parece una tarea fácil para un maestro pero no lo es…quizás por el mismo motivo de que nos digan “maestros” y lo que esta palabra tiene como significado.

Los docentes, que llevamos adelante nuestra vocación-misión como un llamado de Dios, no podemos dejar de experimentar cierto vértigo a que nos llamen así.

Tenemos que decir junto con San Pablo: “Llevamos este tesoro en vasijas de barro” o ¿acaso no es un tesoro la verdad que transmitimos a nuestros alumnos? ¿Acaso no experimentamos en nuestro corazón que todo cuanto damos como maestros a nuestros niños no lleva el sello de lo Divino en esa verdad que transmitimos? ¿No es un tesoro el desafío de formar conciencias, de formar en la libertad, el conocimiento, los sentimientos, en la dignidad humana, tan desvalorizada en los tiempos que vivimos?

Y que somos vasijas de barro no cabe ninguna duda…estos dos últimos años y quizás en otros momentos a lo largo de nuestra profesión – misión vimos cómo nuestro barro necesitó ser restaurado y ser reinventado para poder seguir siendo lo que somos: maestros.

Y con gran orgullo podemos decir que pudimos grandes cosas aunque nuestro corazón y nuestro cuerpo supo, como nunca, de cansancios, de horas de desvelos, horas interminables frente a la computadora, preocupaciones por aquellos que no se conectaban o no enviaban las tareas como muestra de que seguían recibiendo todo cuanto estuvo a nuestro alcance dar…y más…mucho más.

Este día, una vez más, como tantos otros de nuestra vida volvamos a poner la mirada en Dios para agradecer que estuvo remodelando nuestro barro para poder seguir haciendo lo que sabemos hacer: enseñar… y seguir aprendiendo para poder seguir enseñando…

Siempre recuerdo mis cortos pero intensos años de formación en el Instituto, dos premisas que se marcaron a fuego en mi corazón: para ser docentes se necesitan dos cosas principales o las dos en una: “amor a los niños” y “eros pedagógicos” que no es otra cosa que amar con mucha pasión esto que somos y a quienes está destinado esto que somos.

“Amar a los niños”, esto también es mandato del Maestro y nos lo recuerda en muchos pasajes de su evangelio y por eso una vez más tenemos que repetirnos: “llevamos este tesoro en vasijas de barro”… ¿para qué?… para pedir muchas veces y a lo largo de nuestras horas y de nuestros días en los que estamos delante de ellos la enorme gracia de ser ejemplos de bondad, de servicio, de entrega a los demás, de mirar al que pocos o nadie mira y extender la mano para sacarlo de una dolorosa soledad, ejemplos de pensar en el bien de los demás antes que en el propio, de enseñarles que muchas cosas en la vida (sino todas) se “consiguen” con esfuerzo, de mostrarles la belleza y el bien que solo proceden del Amor de Dios.

A semejante obra estamos invitados a poner nuestras manos y nuestro corazón y estoy segura de que la mayoría de todos nosotros la vivimos con la misma pasión y con un poquito menos de nervios que aquél primer día de clases en el que tuvimos en nuestras aulas un puñado de niños fijos sus ojos en nosotros, preparados para aprender todo cuanto teníamos planeado enseñarles…
Seguro que hay mucho por seguir aprendiendo porque si algo tiene esta vocación es que no se agota cuanto podamos crecer para poder enseñar.

A ese Maestro que un día puso en nuestro corazón el deseo de ser, a semejanza suya, “otros maestros” le pedimos que siga sosteniendo nuestra misión, que siga bendiciendo a todos los compañeros de camino que son nuestros colegas, que siga dándonos la fortaleza necesaria en estos tiempos de tempestad teniendo la plena seguridad de que si tenemos fijos los ojos en Él calmará toda tormenta.

Hoy es un día para agradecer con el corazón repleto de amor el tremendo don de esta hermosa vocación.

Seamos signos de esperanza en este mundo que necesita tanto de Dios, acudamos a Él, llevemos a los niños a Él y pongámonos nosotros a los pies de Él para seguir aprendiendo todo aquello que vale la pena (y la vida) seguir enseñando… Cualquiera sea el Nivel al que le estés entregando tu vida…Dios nos dará el ciento por uno y hará realidad esto que el mismísimo Maestro dejó escrito en su evangelio: “Todo lo que hagas por éstos, mis pequeños, a Mí me lo hiciste”… ¡¡¡Muy feliz y bendecido día del maestro!!!

María Magdalena Podestá – Vicedirectora Inicial – Primaria Colegio Nuestra Señora del Pilar.