Se acerca el momento de decidir si es posible o no, evaluar a los alumnos por el trabajo realizado a la distancia, desde sus hogares. Rápidamente, surge la pregunta sobre si se puede o no, trasladar las estrategias de evaluación presencial al formato virtual. Lo mismo sucede con las calificaciones. Esta pregunta tuvo su respuesta por parte del ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, quien sostuvo ante los medios de comunicación, “que el actual contexto de aislamiento social preventivo obligatorio no es el mejor momento para sostener la evaluación de forma tradicional con calificaciones”. Entonces, ¿cuál es el modo de evaluar en tiempo de pandemia?.

El Covid-19 obligó a modificar hábitos e instaló nuevos desafíos en todas las áreas y aspectos de la vida, el ámbito educativo no es la excepción, ya que tuvo que repensar y replantar su esencia presencial arraigada durante más de 200 años. Desde un principio, se plantearon tres objetivos clave: primero, garantizar –con mucho esfuerzo de directivos, docentes, alumnos y familia-, la continuidad del ciclo lectivo; luego, sortear –en algunos casos con mayor éxito que en otros-, las desigualdades socioeconómicas de los 11,5 millones de jóvenes que hoy intentan seguir adelante con el aprendizaje desde sus hogares; y por último, descubrir e implementar nuevas formas y modelos educativos que no sean meramente circunstanciales, sino una oportunidad para seguir profundizando y desarrollándolos cuando pase la pandemia.

Es en este contexto, que se plantea el debate sobre la evaluación lejos del aula. No evaluar es no reconocer ni valorar el trabajo de tantos docentes y alumnos durante estos casi dos meses de clases a distancia; evaluar como si todo hubiera sido normal tampoco parece lo más sensato. Por esa razón, resulta pertinente evaluar flexibilizando ciertos plazos, modalidades y niveles de exigencias para la motivación a futuro, tanto de docentes como de estudiantes.

Cuando hablo de flexibilizar niveles de exigencia, me refiero a priorizar ciertos contenidos nodales como se ha pensado para la Ciudad de Buenos Aires. Del mismo modo que flexibilizar tiempos abre la posibilidad de discernir si conviene o no mantener el esquema bimestre – trimestre o bien considerar dos grandes momentos: el tiempo virtual y el tiempo presencial (cuando regresemos al aula).

Es muy loable la tarea incansable de directivos, docentes y familias para sostener la continuidad educativa en sus diversos niveles: social, ya que muchas escuelas se ocupan del tema alimentario; intelectual, a través del trabajo en múltiples y variados formatos; y socio- afectivo, brindando contención a múltiples actores institucionales. Todo este novedoso y complejo escenario, debe darnos márgenes amplios de paciencia y comprensión porque todos estamos aprendiendo.

Los docentes disponen de una variedad de instrumentos para evaluar lejos del aula. En aquellos casos que sean factibles, se recomienda recopilar las diversas tareas y actividades que los alumnos fueron realizando en este tiempo a través del recurso didáctico del “portfolio”. Se trata de un instrumento que permite organizar y documentar el proceso de aprendizaje y dominio de los contenidos esperados. Incluye los trabajos de los estudiantes vinculados a las expectativas de aprendizaje planteadas y la reflexión sobre sus progresos.

Dado que permite evidenciar procesos y logros de un periodo de tiempo dado, puede ser un instrumento pertinente para registrar el trabajo de los estudiantes en formato digital o papel, en el contexto de suspensión de clases presenciales. De este modo, muchos docentes encontrarán elementos para evaluar a sus alumnos e incluso calificarlos sea cuantitativa o cualitativamente.

Por el contrario, cuando los aprendizajes de los alumnos no estén logrados, teniendo en cuenta este contexto atípico, se debería establecer la categoría que ya existe dentro del sistema que se denomina “en proceso”. Metodología que se mantendrá hasta que se retornen las clases presenciales, o bien mientras se continúe con el formato virtual tratando de mejorar la situación académica del estudiante.

El comienzo del ciclo lectivo 2021 tendrá que contemplar una etapa de diagnóstico y repaso mayor que lo habitual, ya que escenarios como éstos siempre dejan algo en el camino que es necesario recuperar en algún momento.

Muchos docentes están haciendo un gran esfuerzo para evaluar a la distancia y eso es muy meritorio aunque no tenga ingredientes de innovación. Otros, están aprovechando la crisis como oportunidad para animarse a innovar en la evaluación diseñando formatos más novedosos. Por ejemplo, podría estudiarse la misma pandemia y evaluarla en la línea del aprendizaje basado en proyectos, es decir, con un abordaje multidisciplinario.

No creo que al regresar a las aulas las cosas cambien drásticamente como si hubiera una realidad educativa del sistema antes y otra después de la pandemia. Volveremos a lo mismo pero transformados con una gimnasia y confianza mayor en el uso de la tecnología dentro del proceso educativo, pero sobretodo volveremos más convencidos que nunca a las aulas, con ganas de abrazarnos con los colegas y con nuestros queridos alumnos.

Joaquín Viqueira es Director Pedagógico de la Vicaría Pastoral de Educación de Buenos Aires.

08/05/2020 – 16:49
Clarín.com Opinión