A mediados de marzo una multitud de jóvenes, docentes, catequistas, equipos directivos, consagradas, sacerdotes, funcionarios del gobierno nacional y de la ciudad participaron de la Misa de inicio del ciclo lectivo 2025 presidida por el arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge García Cuerva.

 

En un clima de alegría, comunión y fraternidad, la eucaristía contó con la participación de más de 1000 alumnos de diferentes escuelas católicas de la ciudad que fueron ingresando con por el camino de huellas que conducían al altar, donde se encontraba representado el logo del Jubileo. Cada comunidad que asistió reflexionó previamente sobre aquellos signos de esperanza que podían encontrar en la ciudad, compartiéndolos en carteles que colocaron en las columnas del interior de la Catedral Metropolitana.

 

A la luz de la palabra que tiene a Elías como protagonista, en su homilía Mons. García Cuerva expresó que “nosotros también, igual que Elías, a veces podemos sentirnos amenazados. Nos podemos sentir amenazados por los miedos, nos podemos sentir amenazados por la desesperanza, porque no sabemos cómo va a ser nuestro futuro. A veces nos sentimos amenazados también por la droga, por la violencia, por la injusticia. A veces nos sentimos amenazados porque sentimos que nadie nos quiere. ¿Cuántas amenazas que a veces podemos tener y sentir en el corazón?”

Y compartió que “cuando uno ve huellas y ve pies, le da la idea de que hay que caminar. Y en la vida tenemos que ser peregrinos, en la vida tenemos que caminar. ¿Por qué tenemos que caminar? Porque en la vida hay que pelearla todos los días. El riesgo es que nos pasen los mismos que Elías. Él se quedó tirado, dijo, `ya no puedo hacer nada´. Es como cuando a veces te metes en tu pieza, en tu cuarto, y te encerrás y decís: `Que no me jodan´. Y cerras la puerta y te tiras de la cama y te pones a llorar y decís, `ya está´”.

También añadió: “No nos podemos quedar encerrados en nuestros problemas. Entonces tenemos que saber que no solamente hay que caminar con los pies, sino que también hay que saber caminar con el corazón. Eso significa no bajar los brazos, no dejar que los problemas nos aplasten, no deprimirnos, no quedarnos tirados”. Y agregó: “ Ya dijimos que no queremos quedarnos solos. Por eso, en la vida y especialmente en los momentos de problemas, tenemos que caminar juntos.  No caminamos solos en la vida. No te quedes solo. Pedí ayuda, anímate”.

Y dijo que “caminamos juntos con otros. Porque seguimos creyendo en la solidaridad, en el compromiso y en el respeto, aceptando que somos todos distintos. Los Ángeles son Las personas que en la vida nos ayudan y nos sacan del pozo en los momentos más difíciles. La gente que no te deja tirado. Tu viejo, tus amigos, tu abuela, tu maestra, tu profesor. Esa gente te la manda Dios. Y por eso nosotros caminamos juntos en la esperanza”.

Finalmente mencionó que “nosotros también, a veces, como los barcos, sentimos que nos tapa el agua. Sentimos que nos estamos por hundir. Y en esos momentos en que nos sentimos que estamos por hundir, está buenísimo tener un ancla. Y el ancla se llama Jesús. Nuestro ancla se llama Jesús, que es nuestro mejor amigo, que no nos deja tirados, que nos acompaña siempre, que nos invita a caminar juntos, que nos invita a seguir teniendo esperanza más allá de los problemas y de las dificultades. Los invito a todos entonces, en este 2025, a que caminemos».

 

 

La invitación fue a “caminar juntos en la esperanza que no defrauda”, haciendo un llamado a todos los presentes a estar unidos, a dejar las diferencias de lado y trabajar juntos en beneficio de la educación de todos los niños y jóvenes de la ciudad y del país, porque en palabras del Papa Francisco, “educar es un acto de esperanza”.

 

Los alumnos de 7mo grado y 5to año que asistieron en representación de las comunidades educativas de la ciudad mantuvieron una atenta escucha a las palabras de nuestro arzobispo, signo de esperanza en tiempos en los que la atención plena resulta escasa en muchos ámbitos de la sociedad.