El sábado 26 de abril se realizó la Santa Misa por el eterno descanso del Papa Francisco frente a la catedral metropolitana. La Eucaristía presidida por el Arzobispo de la Arquidiócesis Mons. Jorge García Cuerva, se celebró en un clima de solemnidad y profunda emoción.
Sacerdotes, seminaristas, consagradas, autoridades gubernamentales y diplomáticas, y una gran multitud de argentinos participaron de la Santa Misa con memoria agradecida por la vida de quien fuera arzobispo durante 15 años, Mons. Jorge Mario Bergoglio, dejando un legado que se acrecentó con su llegada a Roma en 2013 como nuestro querido Papa Francisco.
Mons. García Cuerva expresó, a la luz del Evangelio, que “hoy lloramos a Francisco, lo hacemos desde lo más profundo del corazón, sin vergüenza, pero también con el dolor nos une como pueblo; que nuestras lágrimas rieguen nuestra Patria, para hacerla fecunda en reconciliación y hermandad”.
Y manifestó que “Francisco, como buen padre, fue padre de todos, pero especialmente se ocupó de los más frágiles, tuvo predilección por los últimos, por los marginados, por los enfermos, por los descartables de esta sociedad; un corazón de pastor al modo del corazón de Jesús, siempre disponible para la escucha y el perdón, invitándonos también a nosotros a comprometernos con los que sufren”.
Francisco fue un referente para el mundo, un faro que guió al Pueblo de Dios durante los últimos 12 años como representante de Cristo en la tierra. Su testimonio de vida nos anima a tomar su legado y ser esa Iglesia en salida, unida, misericordiosa y alegre que él soñaba, anunciando la Buena Noticia de sabernos acompañados y sostenidos por Jesús en todo momento.
Como cierre de su homilía, Mons. García Cuerva dijo “como pueblo queremos darle a Francisco un gran abrazo y decirle: gracias, perdón y te queremos mucho. Pero también sabemos, como dije, que nos debemos muchos abrazos entre nosotros; por eso hagámosle el mejor de los regalos al Papa, el padre de todos, el Papa argentino y porteño, comprometiéndonos a hacer un pacto de concretar como Iglesia y sociedad su magisterio, y así, definitivamente darnos el abrazo que necesitamos y vivir la tan anhelada fraternidad entre los argentinos”.
Finalizada la Santa Misa se entonaron las estrofas del himno nacional argentino mientras se proyectaban imágenes de su vida y se realizó un caravana con una imagen del Papa Francisco que recorrió la Plaza de Mayo con la voz del pueblo que se hizo sentir en un ¡Viva el Papa Francisco! contundente y emotivo.
A nosotros, los educadores, Francisco nos deja la inmensa tarea de concretar su legado en la educación: el Pacto Educativo Global. En sus siete puntos el Papa nos propone reconstruir alianzas que nos permitan brindar la mejor educación posible para todos, sin excluir a nadie, con equidad y justicia.
Para Francisco “la educación es un acto de amor en sí mismo, un acto de esperanza, un compromiso que se renueva cada día”. Esta concepción impulsada por él trasciende la mera transmisión de conocimientos y promueve la transformación profunda de la educación al servicio de la formación integral de la persona, para que sean buscadores del bien común y solidarios en el mundo.
El desafío es construir un modelo educativo inclusivo, sostenible y capaz de transformar vidas, garantizando que cada niño, niña y joven pueda desplegar sus potencialidades en todas las dimensiones de la persona, para hacer del mundo un lugar más fraterno, justo y humano para “todos, todos, todos” como solía decir nuestro querido Francisco.
Hoy todos juntos como tus hijos rezamos por vos y te pedimos que vos intercedas por nosotros para que podamos hacer de tu legado una realidad concreta.
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