Desde la Vicaría Episcopal de Educación entendemos que cada uno de nuestros colegios está emplazado en un contexto particular y que reciben a familias muy diversas. Admitir que esa diversidad existe es el primer paso para reflexionar respecto de nuestro rol como educadores y pensar en el efecto que nuestras prácticas de enseñanza tienen en los procesos de inclusión en las aulas.

Los colegios tienen como misión garantizar que todos aprendan. Pensar en términos de diversidad y de inclusión es entender que esos contenidos, la metodología y los tiempos no necesariamente serán los mismos para todo el universo de alumnos/as. Acompañar a los alumnos y familias que más necesitan de esta mirada de aceptación de lo diverso nos exige pensar juntos.

Es por eso desde el 2018 iniciamos un proceso de acompañamiento a directivos y docentes con la intención de reflexionar en conjunto acerca de los mejores modos de implementar prácticas de educación inclusiva. Desarrollamos una propuesta de ateneos mensuales de participación voluntaria y planificada entre equipos directivos y de orientación, y el equipo de inclusión de VEE, conformado por la Lic. Ilda Dominguez, la Lic. Melina Arias y Susana Labate, por entonces Directora Pedagógica de la VEE.

Las principales preocupaciones giraron en torno a cómo realizar las adecuaciones de acceso y metodológicas para garantizar el aprendizaje de los y las alumnos. La articulación entre los actores institucionales y las familias, como también con los equipos externos de tratamiento. La mirada de conjunto entre el docente del aula y el docente integrador, que en ocasiones se vuelve compleja. Este conjunto de situaciones en el Nivel Secundario en a veces más difícil de alcanzar, por las características propias del nivel.

Los ateneos, por su modo de organización, generaron la posibilidad de interactuar fluidamente alrededor de una mesa y mostraron la fuerza de las ideas compartidas. La problemática era presentada por un colegio, pero lo que se iba tejiendo como respuesta, surgía del saber de todos los presentes. A su vez esas respuestas generaban otros interrogantes y nos brindaban la posibilidad de hacer relaciones con otras situaciones que se presentaban o se habían presentado”, afirmó Dominguez.

¿Cómo funciona a un ateneo? Los ateneos constan de tres partes:

  • Parte 1: Presentación de cada situación, intervenciones realizadas, cuestión a consultar, según formato previsto. Ronda de trabajo.
  • Parte 2: Trabajo sobre cada situación a partir de las preocupaciones y consultas que el equipo institucional plantea, el resto de los equipos presentes interviene en los intercambios, sugerencias y orientaciones.
  • Parte 3: Síntesis de las orientaciones planteadas para el abordaje de cada situación. Trabajo conceptual sobre temática vinculada con los casos presentados, u otras temáticas: articular con el otro nivel, ¿qué atender?, ¿qué dialogo iniciar?, ¿qué construir?; supervisión y seguimiento de los equipos externos.

Los ateneos son un modelo de trabajo que puede ser replicado al interior de cada colegio. Son una forma ordenada de pensar en conjunto, de interpelar las respuestas que salen más rápidamente, o que son más convencionales, y también de darse el lugar y el tiempo de crear otras alternativas. Además, nos permiten generar escenarios diversos para crear respuestas posibles para cada uno de ellos. Esto generaba la tranquilidad de que no había un solo camino posible para abordar una situación que amerita miradas complejas”, agregó Dominguez.

¿Por qué es fundamental compartir un espacio de resolución colectiva a situaciones complejas? Porque nos permite a los equipos directivos y docentes buscar los modos de sortear las limitaciones de cada institución y enfocarse en las necesidades del alumno y el acompañamiento a su trayectoria escolar.

Moverse en términos de mirada inclusiva nos invita a cambiar esas capacidades disponibles. No es el niño el que debe adaptarse a lo que hay, sino que debemos identificar las barreras en nuestra propuesta para ir progresivamente derribándolas y así ofrecer propuestas más inclusivas.  El diagnóstico, en todo caso, debe operar para mostrarnos en qué aspectos debemos trabajar más: la propuesta pedagógica, la capacitación docente, la organización escolar. Todas estas dimensiones tienen que ser interpeladas a la luz del paradigma de la inclusión”, concluyó Dominguez.